#ElPerúQueQueremos

INGENUIDAD

Publicado: 2014-12-28



Nuevo año. Tiempo de reponerse de las fiestas, las comilonas y el licor. Tiempo de cordialidad casi sin límites, de abrazos y envío de postales e imágenes amables. Tiempo de evaluaciones y balances. Tiempo de resoluciones, promesas, planes y dietas. En suma, un tiempo en el que algo pequeño cambia en nosotros, mientras el mundo y la vida continúan tal como los dejamos, sin cambio, con tal regularidad y baja intensidad que al final nosotros también volvemos, una y otra vez, año a año, a lo mismo. El tiempo festivo sumido en las arenas movedizas del tiempo cotidiano.

Si el escenario es este… ¿vale la pena siquiera escribir algo?

Hoy quiero decir que sí. Hoy decido rebelarme contra el cinismo, que considera que las buenas vibras no pueden ser auténticas y no tienen cabida en nuestra sociedad y en nuestro tiempo; contra la amargura, que nos dice a diario que estamos mal, que siempre podemos, y muy probablemente vamos a estar peor; contra el egocentrismo alimentado cotidianamente por quienes predican que sólo buscando cada uno lo mejor para sí mismo se podrá obtener lo mejor para todos. Me levanto contra el economicismo que reduce el bienestar al producto per cápita, el amor a la compatibilidad, el desarrollo a la competitividad y el fútbol a la tabla de posiciones. Y me resisto a ver la vida a través de la televisión, a creer que lo más destacable de cada día son los crímenes de la noche anterior, a admitir que el número de puntos de vista es equivalente al número de grupos económicos en poder de los medios, a dejarme embrutecer por contenidos que sólo me quieren ahí, frente a la pantalla, para venderme cualquier porquería que se les ocurra.

Hoy quiero denunciar la monumental contradicción en la que comúnmente caemos cuando exigimos una libertad irrestricta, pero al mismo tiempo, ante los evidentes problemas que se manifiestan día a día y que nos recuerdan que todavía falta mucho para que seamos una sociedad medianamente desarrollada, volvemos la mirada hacia las autoridades (sí, las mismas a las que no queremos elegir, porque estamos en favor del voto voluntario) y les recriminamos por no hacer lo suficiente.

Hoy quiero pensar que la velocidad a la que nos desbarrancamos aún no es tan grande como para no detenernos. Que aún es posible mirar y ver, escuchar y oír. Quiero creer que todavía existe espacio para decir “Nosotros”; para incorporar al otro en nuestros planes, en nuestros presupuestos, en nuestras acciones, en nuestros pensamientos, y si alguno lo desea, en sus oraciones.

Hoy estoy convencido que los problemas de hoy son consecuencia de los intereses de unos pocos, pero también de la indiferencia de muchos. Y sé que eso puede cambiar, aunque es harto difícil. No me cabe duda de que podemos derrotar la ignorancia, la desnutrición, la corrupción, el racismo, la homofobia, la violencia contra la mujer, la falta de comunicación entre padres e hijos y la desesperanza. Y si podemos con estos verdaderos flagelos, ¿cómo no vamos a poder transformar nuestro sistema de transporte, reducir drásticamente la delincuencia y contar con autoridades honestas, creativas y eficientes?

Hoy quiero proponer que vivamos como si en el mundo existieran sólo tres personas: de esa manera sabremos que nuestras acciones sí cuentan, sí contribuyen al todo, pero que al mismo tiempo no podemos imponernos. Tenemos que aprender a persuadir y convencer, y también a aceptar que podemos ser persuadidos. Si somos sólo tres en el mundo, nos preocuparemos de cuidar no sólo nuestro tercio, sino el conjunto del planeta, para buscar que nos imiten. Y cuidaremos nuestra reputación y nuestras relaciones, porque estas tres personas tendrán un largo tiempo para convivir y tendrán que soportarse tal como son.

Hoy pienso en Lennon y, como él, creo que no soy el único que cree que otro mundo y otro ser humano son posibles. Y algo más, estoy dispuesto a hacer mi parte.

¿Será esto demasiada ingenuidad?


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Tendiendo Puentes

Un espacio personal, motivado por una sola idea: generar consensos para contribuir, aunque sea un poquito y suene a cliché, a un Perú mejor